Hay un prestigio romántico en los jardines de Otoño que no puede derribarse y que al parque le sienta de maravilla.
No es éste tiempo de flores, sino de arboleda escueta, donde se descubren dorados que permanecían ocultos, desde el oro pálido hasta el naranja. Pero bajo el lujo cromático, ornamental, viejas similitudes arraigaron con demasiada fuerza.
No es éste tiempo de flores, sino de arboleda escueta, donde se descubren dorados que permanecían ocultos, desde el oro pálido hasta el naranja. Pero bajo el lujo cromático, ornamental, viejas similitudes arraigaron con demasiada fuerza.
¿Es el Otoño, de verdad, tan triste?
¿Somos nosotros los que infundimos tristeza o alegría a lo que nos rodea?
Estas son las preguntas que llevan siglos sin respuestas. Quizás porque se recela de lo demasiado fácil.
Manuel Ferrand, "Otoño en el Parque"
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