"Si en Sevilla se pidiese leche de pájaro, se encontraría"
Ya a principios del siglo XIII, el Secundí, poeta de uno de los viejos arrabales de Córdoba, recogía de boca de los árabes sevillanos, dándolo como prueba de su refinamiento y gracia, este orgulloso dicho popular, tan hiperbólico como los repetidos hoy en alabanza a la vana capital andaluza.
¡Leche de pájaro! ¡Nada! Lo que ni siquiera puede hallarse en el paraíso como alimento celeste, ni emplear en el baño de las huríes del profeta para emblanquecer aún más su redonda hermosura.
¡Sevilla! Salero, chispa, ligereza, quiebro y requiebro, en su ayer lejanísimo lo mismo que en su ahora.
¡Sevililla! (que así la llamarían también, por su amor a los diminutivos, aquellos moros andaluces)
Rafael Alberti, "Almotamid, poeta y rey de Sevilla"
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